lunes, 21 de febrero de 2011

A aquella que siempre sonreía...

Querida tita Mari:

Hace ya casi dos semanas que no estás con nosotros, y desde entonces no sé pensar en nada que no seas tú y los recuerdos que tengo tuyos y que ya siempre formarán parte de mi memoria.
Si pienso en ti, te veo sonriente, a todo le buscabas siempre la gracia... a todo le ponías tu chispa... Así quiero recordarte siempre.
Eras la más guapa de las titas y siempre me sentí orgullosa de ti. Hoy me quema en el alma no habertelo dicho nunca. Te gustaba coser, hacer manualidades, cuidar de tus plantas, apuntarte a cualquier curso o actividad de la que pudieras aprender... ¿Te acuerdas del cursillo aquel que hiciste donde te aprendiste todos los nombres de las árboles que existen? Me encantaba ir al jardín botánico contigo, ¡los adivinabas todos! Te quedabas mirando concentrada y decías: "Este por la forma de la hoja y el color del tronco es... "... anda que te ibas a equivocar!...


Nos encantaba visitarte y que nos hicieras torrijas... nadie las hace como tú. Y tus bordados... que manos, tita. Guardaré aquella sabana que bordaste para mi ajuar como mi mayor tesoro. Fuiste tú la que empezó a comprarme cositas para hacerme el ajuar, antes que mi madre. Un juego de toallas, una mantelería...
Has sido mi madre en tantas ocasiones, que te siento un poco mía. Claro que yo no he sabido ser tan buena hija como esos a los que diste la vida. Qué hijos tienes, tita. Debes sentirte muy orgullosa de ellos, yo también lo estoy.

Cuando te detectaron tu enfermedad y nos dijeron lo grave que estabas nos descolocamos todos. No podían operarte por la ubicacación del tumor, y estaba tan avanzado que los tratamientos serían difíciles. Te mirábamos y te veíamos como siempre: guapa y sonriente, como si no tuvieras nada... y tenías aquel mal comiéndose tu vida... Aquello nos vino grande, pero tenías tantas ganas de vivir que era imposible no contagiarse de tu vitalidad. Yo creía que los médicos se habían equivocado. Tú tenías que poder con aquello, como habías podido con todo en la vida. Y como tú misma decías: "Digo yo que todavía me quedan muchas cosas que ver, ¿no?"... Claro que tenías muchas cosas que ver, tita, si te quedaba todavía media vida por delante... Tus niños se volcaron contigo. Se peleaban por darte besos, te daban besos hasta en los pies cuando te despistabas... cuánto cariño tenían para darte... gracias a ellos todo se te hizo más fácil... Nunca olvidaré las palabras que te susurraban una y otra vez: "Todavía nos hacías mucha falta, mamá"...
Y a tu marido, tita: el tito Abilio, que tanto ha sufrido con tu enfermedad. Y que tan solito se ha quedado. No sabe que hacer sin ti... está loco. A todas horas te llama, y te dice que te quiere. Y te llora. Dale fuerza, tita. Toda esa que tú tenías. Danósla a todos. Estoy segura que lo estás haciendo, porque esto es tan grande y tan fuerte, que de no ser porque tú debes estar acompañándonos, sería imposible soportarlo. Ya les dije a todos que no piensen en ti como si te hubieran perdido, que hay que empezar una nueva vida, donde estarás tú, sólo que ahora no podremos verte. Pero te notaremos a nuestro lado, y tenemos que acostumbrarnos a sentirte con nosotros...


Desde hace dos años, cuando te detectaron tu mal, mi vida se detuvo. Se fue mi ilusión, mi alegría y mi juventud. Se me instaló por dentro un peso muy grande, y cuando tenía algún momento de sosiego y de alegría, enseguida te instalabas en mi mente y esa paz momentanea se esfumaba: se me iba mi tita Mari, y me embargaba la pena de nuevo. He llorado tanto desde entonces que creía que cuando llegara el momento final no iba a tener lágrimas, pero si son para ti nunca se acaban, tita. Siempre quedan lágrimas para llorarte.
En estos días he estado escribiendo una poesía. Te la debía hace mucho tiempo, pero me daba miedo que pensaras que era porque estabas malita, y no porque verdaderamente la sintiera... Antes hubiera estado llena de cosas más bonitas, seguramente... ahora me ha quedado un poco triste, pero en este momento no puedo sentir otra cosa. Estoy destrozada, tita.
Espero que te guste:

A  aquella que siempre sonreía…

Aún no me creo que te hayas ido,
sin ofrecerme uno de tus besos,
de esos que resuenan en la cara,
y no de los que se dan al viento.

Porque eras auténtica y brillante,
como las estrellas que están en el cielo,
seguro que cuando te lea esta poesía,
desde allí me estarás sonriendo.

Porque jamás conocí a nadie,
que sonriese como tú lo hacías,
ni que tuviese tantas ganas,
de disfrutar y vivir la vida.

Porque aunque estabas malita,
nunca dejaste de luchar:
“Me queda mucho por ver todavía”,
jamás pensaste que llegase el final.

Luchaste con todas tus fuerzas,
hasta que no pudiste más,
que esa sonrisa con ojos tristes,
nunca se quiso apagar.

Y te quedaste durmiendo una tarde,
y no quisiste despertar ya,
y comenzó una nueva vida,
donde no había enfermedad.

Y tus niños te bañaron de besos,
y te susurraron mil veces te quiero,
y hubo una anécdota preciosa
con el que fue “tu ojito derecho”:

Llegó tu niño de tu alma,
con el pañuelo que fue tu cabello,
y una foto tuya preciosa en sus manos
donde salías, como no, sonriendo.

Se situó enfrente tuya, cabizbajo,
y se acercó a la cara el pañuelo:
“Necesito olerla otra vez…”, me dijo
“… y verla con los ojos abiertos”.

Y te envié mil besos a tu alma,
y me despedí largamente de ti,
te hablaba con el pensamiento
… y tu me hablabas a mi.

Y hoy te anuncio, tita Mari,
que jamás nadie se olvidará de ti,
porque es imposible borrarte:
Sin ti no podemos vivir…

Para poder seguir adelante,
te sentiremos presente cada día,
nos acostumbraremos a no verte,
pero notaremos muy cerca tu alegría.

Y hablaremos a las niñas,
a tus pequeñas de Almería,
de “la tita Mari de la Puebla”,
que desde el cielo las mira.

Y cada logro en nuestra vida,
irá dedicado a ti,
y en cada momento bonito
querremos tenerte aquí.

Y aquí estarás, con nosotros,
sin tu fuerza no podríamos seguir,
hoy quiero imaginarte sonriendo…
como sólo tú sabías sonreír..

Sonia, 18 de febrero de 2011

Desde esta entrada en "mi pequeño paraíso", he querido brindarte mi particular homenaje. No podía escribir nada antes de esto. No tenía fuerzas para escribir nada si no te escribía a ti primero. Porque desde hoy, serás el centro de mi vida... ahora siempre te tendré a mi lado...